miércoles, 3 de mayo de 2017

FICHA DE COMPRENSION LECTORA

AMIGO ESTUDIANTE AQUI EN ESTE LINK TIENES LA FICHA DE LECTURA CON
PREGUNTAS QUE DEBES RESPONDER, LUEGO DE HABER LEIDO LOS TEXTOS.
PUEDES BAJAR O IMPRIMIR, DESARROLLAR Y ENTREGAR A TU DOCENTE DE AULA.
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miércoles, 5 de abril de 2017

LECTURA PARA ESTUDIANTES MES ABRIL

Estimado estudiante el Area de Historia, Geografía y Economía te invita a leer estos tres textos como parte del plan lector de la institución educativa. Posteriormente te haremos llegar la ficha de lectura con actividades que debes desarrollar.



LA IDEOLOGÍA NAZI, EL ECLIPSE Y CUENTOS DE ECONOMÍA
BIOGRAFÍA DE ADOLF HITLER
IDEOLOGÍA NAZI Y EL ESPACIO VITAL
HITLER ADOLF (189-1945)
(Brannau-am-Inn, Austria, 1889-Berlín, 1945)
De Personalidad compleja, a la vez mediocre y carismática, Adolf Hitler marcó para siempre la historia del mundo, al encarnar, mediante el culto  al Führer, la dictadura nazi, que rebasó los límites de la monstruosidad y la barbarie en el siglo XX.
Clave de la ideología y el régimen, Adolf Hitler, fundador y caudillo del nacionalsocialismo, ha sido estudiado por sus biógrafos desde todos los puntos de vista, incluido el psicoanalítico, como el trabajo realizado por el doctor Langer durante la Segunda Guerra Mundial por encargo del gobierno norteamericano.
A pesar de su personalidad enigmática, pocas dudas subsisten sobre el personaje; sin embargo, la cuestión historiográfica no reside en perfilar su retrato real, sino en discernir la imagen que de él se forjaron su Partido y el pueblo alemán en un proceso de deificación.
BIOGRAFÍA ADOLF HITLER: Político alemán de origen austriaco. Nació el 20 de abril de 1889 en un medio modesto. De niño demostró una gran inteligencia, así como un carácter obstinado. Su padre  era aduanero en Braunau am Inn, Austria (el futuro jefe del Estado nazi obtuvo la nacional alemana en 1932). Después de realizar estudios mediocres, el joven, convencido  de sus talentos artísticos, intento en vano ingresar en la Academia de bellas artes de Viena. Sin embargo, la existencia que  llevaba en la capital austríaca distaba mucho de sus sueños como pintor. Malvivió durante unos años vendiendo sus acuarelas a los turistas.
Entre 1909 y 1913, Hitler conoció los comedores de beneficencia y los albergues nocturnos, y descubrió la hostilidad contra el régimen democrático, el antisemitismo y el pangermanismo, temas que se convirtieron posteriormente en las bases de su visión del mundo.
Se alistó como voluntario en el ejército bávaro en el que alcanzó el grado de cabo, resultó herido en un ataque con gases que le dejó temporalmente ciego y fue premiado con las cruces de Hierro de 1a y 2a Clase. Mas tarde también resultaría lastimado por un ataque de gas que lo dejó internado con una ceguera hasta después del final de la guerra.
La actuación de Hitler en armas puede considerarse más que satisfactoria. Inicialmente se le había declarado en Salzburgo no apto para el ejército, pero en 1914 pudo alistarse como voluntario para ser destinado a Somme. Fue ascendido a cabo y condecorado por su valor en combate. Poco antes del final de la guerra, Hitler quedó temporalmente ciego por un ataque con gases tóxicos, aunque se ha argumentado que en realidad su ceguera fue una reacción histérica ante la derrota alemana. Años después expresaría que al quitarse la venda que cubría sus ojos descubrió que el objetivo de su vida era salvar a Alemania.
Recuperado regresó a Munich, donde presenció la proclamación de la República en noviembre de 1918. Aquí, se confirmaron sus ideas acerca de los verdaderos enemigos de Alemania, que eran para él los socialistas y los judíos, quienes habían protagonizado la revolución de noviembre. Y en células del ejército en las que se creía que la derrota alemana se debía a la traición interior, se iniciaron sus primeros contactos con el Partido Obrero Alemán (DAP), cuyos dirigentes, el ingeniero Peder y el escritor Eckart, se distinguían por su antisemitismo y su pangermanismo.
Hitler estaba muy molesto con la derrota de Alemania, quien culpaba a todos los políticos de la república de Weimar como los responsables directos del fracaso de la guerra y del armisticio deshonroso firmado en Versalles. Para él era como una “puñalada por la espalda”, y decidió usar todas sus fuerzas para destruir ese “gobierno traidor”. A la vez fue paradójico, pues ese gobierno que el acusaba de traidor, fue el factor decisivo en la creación de las condiciones económicas, sociales y políticas que permitieron que Hitler y su partido llegaran al poder.
Hitler comenzó a trabajar como espía para la policía, infiltrándose en partidos de izquierda. Pero en una oportunidad le fue asignado un pequeño partido nacionalista de extrema derecha, fundado por Dietrich Eckart. Se trataba del Partido Obrero Alemán y Hitler se involucró en las actividades con gran entusiasmo. No tardó en ganar notoriedad fuera del partido por sus discursos polémicos, atacando el Tratado de Versalles, a políticos y grupos marxistas y a los judíos, a quienes pronto se vería en toda Alemania como los responsables de la derrota y el colapso económico.
Este partido no era sino uno más entre tantos, pero la acción de un Hitler fogoso, entusiasta e idealista no tardó en transformarlo en un gran movimiento de masas. En 1921, ya con el caudillo en la conducción, se adoptó el nuevo nombre de Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, NAZI pava sus detractores y enemigos.
Nacionalsocialismo
El nacionalsocialismo, también conocido como nazismo, fue un movimiento político alemán que se constituyó en 1920 con la creación del Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo (Nationalsozia-listiche Deutsche Arbeiter-Partei, NSDAP), llamado habitualmente partido nazi. Su apogeo culminó con la proclamación del III Reich, el régimen totalitario alemán presidido entre 1933 y 1945 por Adolf Hitler, responsable del inicio de la Segunda Guerra Mundial y causante del Holocausto.




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“Putsch de Munich” o el “Golpe de la Cervecería”: El 8 de noviembre de 1923, Hitler y su organización irrumpieron en  una cervecería a las afueras de Munich, anunciando sus intenciones de derrocar al gobierno y formar uno nuevo junto a Ludendorff, reclamando la ayuda de otros dirigentes nacionalistas bávaros y de las fuerzas militares locales en la tarea de marchar sobre Berlín, remedando de algún modo la marcha sobre Roma de Mussolini, a la que ya nos hemos referido. Cuando Hitler y sus seguidores marcharon desde la cervecería hasta el Ministerio Militar Bávaro, la policía disolvió la revuelta inmediatamente y sin dificultad. Hitler se refugió en la casa de un amigo y hasta pensó en suicidarse.
Los dos cabecillas (Hitler y Ludendorff) fueron detenidos y juzgados; las penas, empero, fueron muy leves, y Hitler aprovechó la reclusión para escribir Mein Kampf, libro en el que condensaba todo su pensamiento político. Libro que dictó en la prisión de Landsberg a Emile Maurice Rudolf Hess, es considerado la Biblia del nazismo, pero dista de ser un tratado doctrinal, y en sus páginas abundan más las digresiones y reiteraciones de ideas muy simples que la veta ideológica. Se conservan sus discursos y las conversaciones con algún interlocutor previamente seleccionado, pero con todo aparece más como un activista, cuyo único designio fuera alcanzar el poder, que como un estadista.
Fue arrestado por alta traición y sentenciado a cinco años de prisión en la cárcel de Landsberg, aunque recibió un trato privilegiado, y fue liberado en diciembre de 1924 como parte de una amnistía a los prisioneros políticos. Durante su estadía en la prisión, Hitler redactó el libro Mein Kampf (“Mi Lucha”), que más tarde se convertiría en ideario y libro sagrado de los nazis. Las ideas expuestas en Mein Kampf se repiten obsesivamente. Su desprecio por la democracia sólo es superado por el que muestra por las razas inferiores, entre ellos los eslavos, y por el odio irracional hacia los judíos. El mundo se concibe regido por la fuerza: “Lo primero de todo, el combate; luego, tal vez el pacifismo”.
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Hitler se fotografía con otros acusados en el proceso por el putsch de Munich, entre ellos, en el centro, el muy laureado mariscal Ludendorff y Frick (tercero por la izquierda, figura clave de los primeros momentos del nazismo y ministro en el primer gabinete presidido por Hitler, en 1933.
El fracaso del intento de derrocar la República mediante un golpe de Estado llevó a Hitler a adoptar la estrategia de la legalidad, aceptando las reglas de Weimar, imaginando que podía manejarse dentro del marco de la legalidad hasta concentrar suficiente poder como para alcanzar el gobierno.
En abril de 1932, Hindenburg fue elegido presidente del Reich, con 19 millones de votos, pero aquel a quien llamaba con desprecio el «pequeño cabo bohemio» obtuvo 13 millones de sufragios. En enero de 1933, Hindenburg fue convencido por el excanciller Franz von Pappen (1879-1969) de que Hitler era la única persona que podía gobernar Alemania y lo nombró canciller antes de que terminara el mes. Se había iniciado el proceso que culminaría en uno de los conflictos más horrorosos de la historia.
Posteriormente, disolvió el Reichstag por primera vez, en julio de 1932, y por segunda vez en noviembre, con la esperanza de que el NSDAP retrocediera. En efecto, esto sucedió el 6 de noviembre, cuando el Partido nazi perdió 2 millones de votos y 34 escaños en el Reichstag. Las finanzas del partido estaban en su peor momento.
Nunca la conquista del poder había parecido tan lejana. ¿Acaso era el principio del fin para el Partido nazi? En realidad, aprovechando hábilmente la violencia callejera y los discursos tranquilizadores dirigidos al ejército y a los medios financieros, Hitler logró ser aceptado, y en 1933, Hitler fue nombrado canciller con el apoyo de los partidos de derechas.
Provisto de un bagaje político elemental, este hombre orientó todo, incluso sus defectos, al servicio de la conquista del poder. Fueron indudables sus dotes de actor, capaz de la representación histriónica en todo momento, haciendo equilibrios en sus ataques de ira. Uno de sus biógrafos, Gisevius, que le trató personalmente, describe sus furias ante una queja o un disentimiento, por leves que fueran: “Ofrecía una estampa espeluznante. Pelos enmarañados, ojos desorbitados, rostro descompuesto y purpúreo. Hubo un momento en que temí verle caer redondo al suelo, víctima de un ataque apoplético”.
Cuando Hitler logró consolidarse con su poder inició una táctica política para controlar toda la vida pública del país. Ignoró y sometió las instituciones de la democracia e inició su puesta en escena de la aplicación de sus teorías antisemitas expresadas en el libro sagrado NAZI. También hablaba del espacio vital para Alemania, y para ellos debía recuperar los territorios anexos que antes había sido entregados en aquel pacto traidor de 1918. De esta manera comienza una presión política internacional, que a corto plazo llevaría a la Segunda Guerra Mundial.
Una de sus primeras medidas fue eliminar a los colaboradores de dudosa fidelidad que operaban dentro de su propio partido y al mismo tiempo inició la persecución, y poco después liquidación sistemática, de los diferentes grupos raciales, políticos, sociales y religiosos que él consideraba enemigos de Alemania y razas impuras: judíos, gitanos, comunistas, enfermos mentales, discapacitados, testigos de Jehová y homosexuales, entre muchos otros.
En 1935, comenzó con el rearme de Alemania, restableciendo el servicio militar, un ejército y una marina potentes y unas nuevas fuerzas aéreas, a la vez que repudiaba todas las cláusulas del tratado de Versalles. En marzo de 1936 lo violó al ocupar Renania, zona desmilitarizada, ante la pasividad de Inglaterra y Francia. Cuando en julio de 1936 se inició la Guerra Civil española, un asunto al que ya hicimos referencia al hablar de Mussolini, Hitler recibió una petición de ayuda del general Franco, sublevado contra el gobierno de la República, y el envío de tropas le sirvió a Hitler para entrenar al nuevo ejército alemán y sus métodos de combate.
En 1937, llevó a cabo una purga en las fuerzas armadas y se autoproclamó comandante en jefe de las mismas. En 1938 se anexionó Austria, la región de los Sudetes en Checoslovaquia y la comarca de Memel en Lituania. Su política expansionista lo llevó a ocupar el llamado “corredor de Danzig”, un territorio bajo jurisdicción polaca. La firme resistencia de Polonia y el apoyo prestado a dicho país por Francia y Gran Bretaña conllevaron el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Mediante una pacto de no agresión con Rusia, Hitler consiguió el beneficio de la neutralidad de Rusia, y de esta manera tuvo “sus espaldas” tranquilo para poder concentrar sus fuerzas bélicas en el frente occidental Polonia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Francia e Inglaterra. Cuando confirmó que no podía vencer tan fácilmente a la ofensiva inglesa, quienes tuvieron una excelente actuación frente a los agresivos ataques alemanes mediante aviones y bombas de largo alcance y máximo poder, decidió contra las sugerencias de los altos mandos del ejercito alemán, romper el acuerdo con Stalin e iniciar un ataque masivo sobre las principales ciudades rusas para ocupar su territorio que contaba  con importantísimas reservas de recursos que Alemania necesita para su guerra.
Los alemanes fueron detenidos en Stalingrado y se inició el contraataque del Ejército Rojo. La invasión no sólo no había logrado el triunfo rápido que Hitler quería, sino que los rusos empezaban a marchar hacia el Oeste.
Por otro lado, cometiendo un segundo error táctico Hitler había declarado la guerra a EE.UU., que obligaron a este poderoso país a comenzar un ataque en Europa. Fue un error porque EE.UU. estaba mas preocupado en atacar a Japón por sus acciones inesperadas en Pearl Harbor, que involucrarse en la guerra mundial, por lo que de alguna manera el caudillo nazi firmó su propia sentencia de muerte.
A partir de las derrotas en El Alamein y Stalingrado, los planes de Hitler se volvieron cada vez más vacilantes y torpes. Los rusos forzaron el retroceso alemán y el 6 de junio de 1944 los ejércitos aliados desembarcaron en Normandía, norte de Francia, en lo que fue la operación anfibia más grande de la historia.
Cuando veía que su proyecto para un gran Alemania, dueña del mundo se esfumaba, decide tomar personalmente el mando de sus soldados, marginando al grupo de hombres que siempre lo habían apoyado. Así también muchos veían un final atroz a corto plazo por lo que descontentos buscaron soluciones mas “prácticas y rápidas” para dar un final a esta larga guerra sanguinaria. Se organizó en 1944 un plan conocido como Operación Valkiria para intentar asesinarlo con una bomba debajo de su mesa cuando Hitler planeaba nueva tácticas militares para defender las ofensivas en diversos frentes. La operación falló porque unos de los comandantes alejó el maletín de la bomba porque le molestaba para trabajar. La bomba explotó, hubo heridos y el Furher apenas resultó lastimado. La venganza y persecución posterior contra los conspiradores fue implacable.
La guerra continuaba, mal para Alemania, los aliados seguían ganando territorios, los alemanes se replegaban, muchos desertaban y el final era evidente. Sólo era cuestión de tiempo para destrozar totalmente a este país colmado de NAZI fanáticos, que a pesar de esta tragedia, no detuvieron el genocidio judío y que inclusive se postergaron recursos bélicos en el frente para se reorientados hacia los campos de concentración. Era mas importante eliminar judíos que ganar la guerra o perderla con honor.
Hitler vivía aislado del mundo en sus búnkers durante los dos últimos años de la guerra, dando órdenes imposibles de cumplir, mientras los jerarcas de su partido se centraban en gobernar los territorios que aún controlaban los soldados alemanes. Recluido en un refugio de hormigón que mandó a construir bajo los jardines de la Cancillería, vivió las últimas semanas de su vida en un Berlín asediado por el Ejército Rojo.
Hitler quería que todo lo relacionado con él fuera eliminado, dejó órdenes claras para luego de su suicidio. La defensa debía continuar hasta las últimas consecuencias, inclusive recurrir a niños para tomen armas en defensa  de su pueblo ario. Su último día fue el 30 de abril de 1945, luego de redactar su testamento político, almuerza con sus secretarias. Ordena instrucciones para su cremación y  a las cuatro de la tarde en compañía de su amante, Eva Braun se encierra en su dormitorio, escuchándose un disparo a los pocos instantes.
Muere el gran dictador alemán, solo Bormann y Goebbels le siguieron siendo fieles, los demás jerarcas intentaron algún arreglo con los aliados y de esta manera el sueño dorado de un Reich de mil años sólo quedaron ruinas.
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Adolf Hitler se suicidó junto con su amante y secretaria Eva Braun,
con quien había contraído matrimonio horas antes, el 30 de abril de 1945.
EL ENTORNO FIEL DE HITLER
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Hermann Goring (1893-1946).
Se distinguió como aviador durante la Primera Guerra mundial, y luego participó en el fallido golpe (putsch) de Munich en 1923. Ministro del aire en 1933, se le encargó la ejecución del plan cuadrienal lanzado en 1936. Su influencia disminuyó durante la guerra, en beneficio de Himmler.
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Heinrich Himmler (1900-1945).
Después de haber participado en el golpe de Munich, fue nombrado Reichsführer SS en 1929 y convirtió la SS en la fuerza que controlaba el conjunto de las policías alemanas.
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Joseph Goebbels (1897-1945).
Adherente del Partido nacionalsocialista a partir de 1922 y virulento orador, encabezó el ministerio de la información y la propaganda en 1933.
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Rudolf Hess (1894-1987).
Ayudó a Hitler a redactar Mein Kampf mientras permanecían prisioneros. Ministro sin cartera en 1933, fue designado como el sucesor de Hitler en 1939 y despegó rumbo a Inglaterra en 1941, por razones desconocidas (Se supone para un proyecto de una alianza contra la U.R.S.S.). Falleció en cautiverio en 1987.
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En los campos de exterminio millones de hombres, mujeres y niños perecieron. Los sobrevivientes prefirieron callar durante años el calvario que habían padecido
El exterminio de los judíos en Europa: Designada con el término Holocausto, o con la palabra hebrea Shoah, que significa «destrucción», la masacre sistemática de los judíos en Europa a manos de los nazis se remonta para algunos historiadores al otoño de 1941, y para otros a la conferencia de Wannsee, realizada en enero de 1942. El historiador Raúl Hilberg calculó el número de víctimas en 5.100.000 personas, de las cuales tres millones corresponden a las fallecidas en los campos de la muerte. Transportadas en trenes por toda Europa, las poblaciones judías, mezcladas con aquellos que los nazis consideraban hombres inferiores (cíngaros, eslavos, homosexuales), fueron exterminadas en las cámaras de gases, o murieron debido a los malos tratos o el trabajo forzado. En este asesinato colectivo e industrial, Auschwitz, un campo de concentración y exterminio ubicado en Polonia, se convirtió en un símbolo a partir de enero de 1945, luego que los soldados soviéticos lo liberaran: en tres años, un millón de personas fue asesinada en ese lugar.
EL SUICIDIO DE HITLER: Ese 30 de abril dio su ayudante Otto Günsche expresas instrucciones de lo que debían hacer con su cadáver y el de su flamante esposa Eva Braun. Hitler estaba obsesionado en eliminar todo lo relacionado con su figura, y supuestamente deseaba evitar ser mostrado como símbolo del triunfo aliado, y lo que era peor aún, el segundo fracaso de Alemania en una guerra mundial. Luego de las órdenes, dicta su testamento y se retira junto a Eva a su despacho personal donde a los pocos minutos se escucha un disparo.
Cuando sus ayudantes ingresan Hitler yace muerto en su sofá y Eva Braun estaba recostada al otro extremo con los ojos abiertos y una mueca de dolor en su rostro, una pistola estaba en la mesa a su disposición, pero no alcanzó a usarla, pues el cianuro había actuado rápidamente.
El mismo día 30 se despidió de su plantilla, comió tranquilamente con la señora Hitler y ordenó al criado y al chófer que trajeran 200 litros de gasolina y los dejaran en el jardín, sobre el bunker. El criado siguió sus indicaciones, pese a la dificultad que suponía encontrar semejante cantidad de gasolina en el tiempo requerido. La pareja se retiró a su habitación, y el criado oyó un disparo. Cuando abrió la puerta se encontró a Hitler con una herida de bala en la cabeza y a Eva envenenada.
Ambos cuerpos fueron llevado fuera del bunker e incinerados rociándolos con combustible (muy difícil de conseguir por esa época de la guerra). De todas maneras aún siguen los defensores de que solo fue una teatralización, que en realidad Hitler no murió y que había logrado escapar en submarino, para llegar a las costa de Sudamérica.
Muchas preguntas han sido formuladas sobre este tema, y más de medio siglo después de los hechos no se pueden responder con seguridad. Los testimonios, incluido el criado de Hitler, Heinz Linge, que en 2003 seguía vivo, declararon que Hitler se envenenó y se disparó.
Linge dijo que él mismo había cremado los cuerpos y enterrados en el jardín. Los rusos entraron el 2 de mayo de 1945 al búnker pero jamás encontraron los restos quemados, solo prendas que podían ser de su mujer. Posteriores búsquedas dieron con todos los cadáveres de la familia Goebbels y de un hombre que hacía de doble de Hitler.
MITOS DEL FÜHRER:
Una vez convertido en Führer de Alemania, fue deificado y objeto de la adoración de las muchedumbres, en un proceso de identificación líder-pueblo que ofrece perfiles inexplicables y que responde, probablemente, a algún tipo de patología social.
Este culto se convirtió en un rasgo esencial del Estado nazi. Al historiador le corresponde buscar las bases de la autoridad carismática. Uno de los máximos especialistas, Kershaw, de la universidad de Nottingham, ha señalado seis motivos en la génesis del mito del Führer.
1. Personificaba la nación por encima de los intereses particulares y egoístas de individuos y partidos.
2. Se le consideraba artífice del milagro económico alemán de los años 30, al eliminar el paro de 6 millones de personas.
3. Se le vio como representante de la justicia popular contra los enemigos del pueblo, aunque en la administración de esa justicia se recurriera al crimen, como ocurrió en la masacre de las SA en 1934.
4. Por algunos grupos, entre ellos autoridades eclesiásticas, se le estimaba un moderado rodeado de fanáticos, que le ocultaban los excesos.
5. En las relaciones internacionales era un valeroso defensor de los derechos de Alemania.
6. En los primeros años de la guerra parecía justificar su fama de genio militar, que conducía de forma infalible los ejércitos.
En definitiva, Hitler aparecía como el bastión frente a los grandes enemigos: bolcheviques, socialistas, judíos y potencias rivales.
Los mismos que le encumbraron fueron los primeros catecúmenos de esta nueva religión del héroe. En el juicio de Nuremberg, los líderes nazis, derrotados y amenazados por severísimas sentencias, no dejaron de ensalzar la memoria de su Führer. Para Alfred Rosenberg el “motor infatigable de las grandes realizaciones del Estado nacionalsocialista”, para Hans Frank “una especie de superhombre” y para Von Schirach, jefe de las juventudes hitlerianas, un “aliado de la Providencia”.
Adolf Hitler, consciente de que la propaganda debía estar bien presentada para ser realmente efectiva, aficionado al cine y antiguo estudiante de arte, pidió a Leni Riefenstahl, de 32 años, que grabara el congreso nazi anual de Nuremberg de 1934. La película de Riefenstahl, estrenada en Alemania en 1935, es el documental más controvertido que se ha filmado: El triunfo de la voluntad, una oda innovadora y electrizante, dedicada a Hitler y a su partido.
Frente al potencial aburrimiento que provocaría la oratoria subida de tono de los oradores, el público estático y los desfiles interminables, Riefenstahl, antigua bailarina y actriz cuyo debut como directora con La luz azul (1931) había constituido un éxito artístico y comercial, llevó a cabo una dirección brillante, con movimientos de cámara constantes, composiciones visuales sorprendentes y una emocionante banda sonora pseudowagneriana para crear una película que flaquea en pocos puntos.
El Hitler de Riefenstahl es un dios, que desciende de forma etérea de su aeroplano al principio de la película, filmado en tomas desde abajo durante el resto de la película. Cada gesto y cada palabra suya son recibidos por una multitud extasiada. El triunfo de la voluntad, a pesar de la condena ética que suscribe, es todavía hoy una obra maestra del cine documental y una referencia imprescindible para las técnicas de propaganda.
La juventud «un material humano»
Con la juventud daré comienzo a mi gran obra educativa, dijo Hitler.
Nosotros, los viejos, estamos gastados. Sí, ya somos viejos. […].
Mi pedagogía es dura. Educaremos una juventud ante la que el mundo temblará.
Una juventud violenta, imperiosa, intrépida, cruel. Así es como la quiero. Sabrá soportar el dolor. No quiero encontrar en ella nada débil ni tierno.
Quiero que tenga la belleza y la fuerza de las fieras jóvenes. La adiestraré en todos los ejercicios físicos. Ante todo, que sea atlética: es lo más importante. […].
No quiero ningún tipo de educación intelectual. El saber no haría más que corromper a mis juventudes. Que sepan sólo aquello que puedan aprender por medio del libre ejercicio de la curiosidad y la emulación. La única ciencia que exigiré a estos jóvenes es el dominio de sí mismos. Aprenderán a vencer el miedo.

BIBLIOGRAFIA:




EL ECLIPSE
Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.

Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponía a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo. Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas. Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida. -Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.

Los indígenas, lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén. Dos horas después el corazón de Fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.
(El eclipse - Augusto Monterros




EL GATO CON BOTAS
Aquel era un hermoso país y el Mercado quería poseerlo. Pero tenía pocas esperanzas porque sus habitantes eran felices en su sencillez y el mercado era para ellos solamente el sitio a donde se iba a hacer la compra. El terrible Mercado tenía un esbirro, y este, viendo a su amo tan deseoso de reinar absolutamente en nuestro país le dijo un día:
- No os preocupéis mi señor, que las tierras y gentes que ambicionáis serán pronto vuestras. Dadme  permiso para actuar y pronto caerán en vuestras manos como fruta madura. Conseguido el permiso el esbirro se puso inmediatamente a actuar. Así al levantarse por la mañana todos los habitantes del país ambicionado se encontraron junto a su cama con un pequeño obsequio y una nota que decía:
"Regalo de mi señor el Mercado. Acudid a la Plaza Mayor y tendréis más información sobre mi augusto señor" Y muchos acudieron. Cuando ya se había reunido suficiente gente, el enviado del Señor Mercado se dirigió a ellos.
- Todos vosotros ya habéis recibido - les dijo - una primera prueba de lo que el Mercado puede hacer por vosotros. Pero eso es sólo el comienzo. He visto que vivís bien y en paz, pero os aseguro que viviríais mucho mejor y con más tranquilidad si el Mercado se enseñoreara de vosotros. Usáis sólo el mercado para lo indispensable y vuestra felicidad y libertad aumentarían si todos los aspectos de vuestras vidas estuvieran determinados por él. Pero - continuó - todos sabemos que una imagen vale más que mil palabras, y así os propongo que una delegación de vosotros visite un país en el que el Mercado es el dueño y señor absoluto.
Puestos a ser más felices, y dado que el servidor del Señor Mercado iba a correr con todos los gastos, unos cuantos decidieron ver si era cierto lo que les contaban, se despidieron de sus familias y partieron. El esbirro eligió un gran país gobernado por gente sabia, y comenzó a mostrárselo. Empezaron visitando un maravilloso Parque Nacional.
- Observar - dijo a la delegación el siervo - la sabiduría con la que el mercado ha trazado las montañas y los ríos, escuchar el ruido del agua, del viento y el sonido de los animales libres por la actuación del mercado. Mirad esa limpieza del aire que sólo el mercado puede lograr. Deleitáos con la paz que estos paisajes proporcionan y que el mercado ha conseguido.
Y la delegación estuvo de acuerdo en que nada parecido en belleza a esos parajes tenía en su humilde país. Las ciudades estaban sumamente cuidadas, el desempleo no existía y los delitos eran mínimos. Los  habitantes de este país sabían que en caso de enfermedad iban a ser atendidos, que la educación estaba asegurada y que tendrían derecho a una pensión digna en su vejez, y todo ello, al eliminar miedos, aumentaba su libertad.
- Fijaros en la limpieza de las calles que consigue el mercado - explicó el esclavo a la delegación - mirad como se conserva gracias al mercado esa impresionante catedral gótica. Observar como, por el sometimiento al mercado, los jóvenes se enamoran, los niños juegan y los viejos conversan plácidamente en plazas tranquilas.
- Y aquí - preguntó uno de los miembros de la delegación - ¿no hay pobres ni mendigos?
- El mercado no lo consentiría. - Afirmó con aplomo el gran embustero.
Y todos los invitados al viaje coincidieron en que esa seguridad de las vidas, esa paz de las gentes y esas ciudades tan agradables no se encontraban en su pequeño país.
De vuelta a casa contaron al resto de sus compatriotas todas las maravillas que habían visto y una gran  mayoría pensó en la conveniencia de que el mercado rigiera sus vidas. Pero uno de los miembros de la delegación tenía la mosca detrás de la oreja. Así que invitó a su casa a un grupo de amigos y conocidos y les dijo:
- Todo lo que os hemos contado es cierto pues eso es lo que vimos, pero yo no estoy del todo seguro que esas maravillas sean consecuencia del acatamiento del mercado. Bien es verdad que algunas veces preguntamos a los habitantes de aquel país por algo que nos parecía muy bueno y nos contestaron que al mercado se debía todo. Pero me pareció que esa contestación estaba provocada por algún tipo de amenaza que el siervo del Mercado les había hecho. Lo que os propongo - concluyó - es que nos organicemos para promover una discusión seria sobre el mercado antes de precipitarnos en sus brazos.
Y así constituyeron una organización a la llamaron REFLEXIÓN que se oponía a la aceptación avasalladora del mercado antes de sopesar las razones y de observar otros países visitándolos esta vez por cuenta propia.
El enviado del Mercado veía con suspicacia cualquier tipo de organización, pero está particularmente le preocupaba seriamente. Así que un día se presentó en una asamblea de REFLEXIÓN y les dijo:
- Ya sé que sois poderosos porque estáis organiza dos, pero no creo que pertenezcáis libremente a esa  asociación, sino que alguien os fuerza a hacerlo.
Sólo os respetaré - continuó - si me demostráis que vuestra unión es voluntaria, y para ello deberéis disolver REFLEXIÓN y luego volver a constituirla. Todos los miembros estaban convencidos de que estaban allí porque les daba la gana, con lo que para probar su libertad se disolvieron con el ánimo de reconstruirse posteriormente. Pero no pudieron hacerlo, ya que el enviado del Mercado, fue eliminándolos uno a uno.
Así, sin ya oposición, el esbirro marchó a ver a su amo y le dijo:
-Como te prometí, el país que deseabas es ahora tuyo. Ya puedes dominarle. Y el mercado lo dominó.